Si analizamos los últimos 100 años, la oficina era donde estaba el jefe, donde las personas se manejaban en un entorno controlado y su trabajo era supervisado. Un lugar donde se comunicaba, se hacían reuniones y donde los recursos y herramientas se suministraban a los empleados para ayudarlos a completar su trabajo.
El debate sobre la vuelta a las oficinas está en continuo destaque desde que la pandemia se dio por finalizada. Para muchos es una fijación y una fuente constante de discusión; y mientras un puñado de empresas ha adoptado una política que prioriza el trabajo remoto, dependiendo de su modelo de negocios, muchos han intentado crear una experiencia de trabajo híbrida, donde los trabajadores intelectuales no están anclados a un espacio de trabajo físico y pueden completar tareas desde distintas ubicaciones.
La flexibilidad y el equilibrio entre la vida laboral y personal que ofrece el trabajo desde casa ha demostrado ser más exitoso que lo imaginado por la mayoría: y hemos visto que el trabajo remoto ha demostrado ofrecer una experiencia laboral muy productiva en comparación con el trabajo en una oficina convencional.
Pero hay un problema. La reducción de las dimensiones sociales que aporta el trabajo, como las interacciones informales y la capacidad de sentirse conectado a los compañeros y a la organización, deteriora progresivamente el tejido social de una organización. Para ejercicios de colaboración complejos y minuciosos, como la formulación y planificación de estrategias, es posible que la mayoría de los participantes opten por celebrar reuniones en persona, aunque algunos participen a distancia.
Los estudios de IDC muestran que aproximadamente 1 de cada 3 organizaciones experimentó una reducción de la productividad inicial de los equipos con el transcurso del tiempo, ya que los empleados sufren cada vez más de fatiga digital y pérdida de interacciones sociales.
Como era de esperar, 41% de las organizaciones están aplicando programas y políticas para reincorporar a sus puestos de trabajo al mayor número posible de trabajadores en forma voluntaria, a fin de fortalecer la colaboración y preservar la cultura institucional.
IDC calcula que en Europa Occidental más del 70% de los empleados trabajarán al menos un día a la semana desde una oficina en 2023 (IDC Return to the Office Forecast).
Hoy en día, vemos que la visión de una oficina muestra una cara diferente, lo que a su vez plantea un dilema para los negocios y nos lleva a formularnos la pregunta: ¿cuál es el propósito de la oficina?
Hay tres razones fundamentales por las cuáles existen las oficinas.
Esto nos obliga a cuestionar si las organizaciones no deberían reforzar el aspecto 'social' del lugar de trabajo físico. Si las personas se concentran más en el hogar, ¿sería lógico transformar la oficina en un espacio diseñado exclusivamente para congregar, reunir, colaborar e intercambiar ideas libremente?
Dado que cada organización sigue su propia trayectoria y que no existe una estrategia que funcione para todas, es fundamental comprender la importancia que tiene la colaboración para los empleados y para el éxito a largo plazo de la propia empresa.
Conscientes de la importancia de la oficina, las empresas se han dado cuenta de que necesitan dar un nuevo enfoque a su estrategia laboral y adaptar sus instalaciones en función de ella. Si consideramos el cambio de paradigma laboral de los últimos tres años, el lugar de trabajo no ha acompañado el ritmo. Los datos de IDC sugieren que muchas de las oficinas diseñadas en tiempos prepandemia no son aptas para el propósito del trabajo híbrido.
Si la colaboración se transformó en el centro de atención de la estrategia del lugar de trabajo, las organizaciones tienen el desafío de proveer las herramientas necesarias a fin de garantizar la mejor colaboración posible. Se trata tanto de facilitar una interacción óptima entre los empleados presenciales y los empleados y clientes remotos, como entre aquellos que se encuentran en el entorno de la oficina.
En vista de la importancia de la colaboración para la experiencia integral de los empleados y del impacto que puede tener el audio en las reuniones, es fundamental reconfigurar los espacios de colaboración a fin de crear la experiencia adecuada para los empleados. De lo contrario, puede disminuir el interés, desgastar el personal y perder oportunidades. Por ello, IDC opina que las inversiones destinadas a optimizar las reuniones híbridas con alta calidad de audio pueden producir resultados comerciales concretos.
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