Una reunión sin vídeo sigue siendo una reunión; sin embargo, una reunión sin audio no es nada.
De hecho, el 81% de los responsables de IT afirma que el audio tiene el mayor de los impactos a la hora de mejorar la calidad de las reuniones virtuales. Un buen sonido puede ser pasado por alto, pero un sonido deficiente se detecta al momento, causando fatiga, aumentando la distracción y reduciendo la comprensión.
A medida que la comunicación empresarial ha evolucionado durante los últimos años, el tipo de tecnologías demandadas también ha cambiado.
La tecnología necesaria para respaldar eficazmente una videoconferencia ha requerido históricamente una combinación de componentes de audio de varios fabricantes: micrófonos de la marca A, hardware de procesamiento de audio de la marca B, amplificadores de la marca C y altavoces de la marca D. En este sentido, configurarlos para que funcionen juntos puede ser complicado y costoso. Además, cuando surge un problema (ya sea durante la puesta en servicio o en el futuro), cada proveedor puede afirmar que su componente está funcionando perfectamente, por lo que el problema debe ser ajeno. Como resultado, los responsables de AV e IT se ven atrapados en un círculo interminable en el que intentan extraer suficientes fragmentos útiles de información de cada fabricante para poder resolver gradualmente el problema y detectar dónde radica realmente la incidencia.
A simple vista, un aparato del tipo barra de sonido todo en uno podría parecer la solución ideal. Con un micrófono, un procesamiento rudimentario de cancelación de eco y reducción de ruido, altavoz y quizás incluso una cámara incorporada, la interoperabilidad de los componentes está garantizada.
El atractivo de contar con una única caja para monitorear y administrar el audio de la sala es comprensible y este tipo de unidades pueden funcionar bien en habitaciones pequeñas. No obstante, la aplicación de este modelo de “talla única” al conjunto de las salas de reuniones ha puesto de relieve que todavía no supone una solución ideal en muchos de los casos. De hecho, los usuarios de estas soluciones combinadas a menudo informan de importantes deficiencias ya que el 96% afirma que siente frustración con sus reuniones virtuales.
El problema radica en que todas las salas de reuniones, excepto las más pequeñas, cuentan con características que desafían un enfoque estandarizado. Las variaciones en el tamaño y la forma de la mesa, los elementos como las paredes de vidrio, el ruido ambiental e incluso las preferencias del usuario introducen una mayor complejidad. Estos factores imponen la necesidad de una configuración personalizada de micrófonos, procesamiento de audio y altavoces para ofrecer un buen sonido desde cada uno de los asientos. Lo que es adecuado para esa sala en concreto, probablemente no será la solución adecuada para el resto de salas.
El ecosistema de audio de Shure para conferencias proporciona un conjunto escalable de opciones que funcionan en conjunto en salas grandes, salas pequeñas, salas con mala acústica y salas que tienen una distribución de asientos diferente todos los días. Debido a que todos los productos son de Shure, la solución aporta la confianza y facilidad de manejo propias de un dispositivo todo en uno, al tiempo que ofrece un rendimiento que este tipo de tecnologías no alcanza.
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